Q · Encuentros sobre la vejez y la muerte_ presentación de los maestros, linajes y tradiciones




Basili Llorca (Alcoi, 1952)

Practicante budista desde hace más de 35 años,
fue monje budista durante 14 años. Formado en
centros y monasterios de Nepal, India y Francia
con maestros de las diferentes escuelas tibetanas
como SS el Dalai Lama, Lama Thubten Yeshe,
Kyabje Zopa Rimpoche, Ken Gueshe Tekchog,
Tarab Tulku o Chögyal Namkhai Norbu.
Enseña regularmente filosofía y práctica del budismo
en diferentes centros desde hace más de 20 años,
con vocación de presentar el budismo de manera
asequible a la mentalidad occidental.

Presidente fundador del centro budista Dharmadhatu
y de la Asociación Educación Universal, es Vicepresi-
dente de la CCEB (Coordinadora catalana de entitats
budistes) y Máster en Métodos para el Crecimiento
Personal. Es autor de Guía de la mort per a budistes.

www.dharmadhatu.es


Sobre el Budismo Tibetano

El budismo fue introducido en el Tíbet en el s. VII desde la India,
donde tuvo sus orígenes en las enseñanzas del buda histórico,
Buda Sakyamuni (unos 2600 años a.C.). En su desarrollo e
integración en la cultura tibetana y sus áreas de influencia,
a partir del s. XI, originó varios linajes de transmisión que
formaron las diferentes escuelas del budismo tibetano,
de las que perviven cuatro principales – ñingmapa, kaguiupa,
sakiapa y guelugpa –, que comparten los mismos principios,
fines y prácticas principales, diferenciándose en costumbres
y ritos. El tibetano es un budismo integrador, que engloba de
manera ordenada los tres yanas o sistemas del budismo indio:
el hinayana de liberación individual y los dos del mahayana
de liberación universal, el sutrayana y el vajrayana tántrico.

Esencialmente, su visión y práctica se basa en el reconocimiento
de que todos los seres conscientes tenemos una misma natu-
raleza, esencialmente pura, clara y perfectamente armonizada,
que se manifiesta en la aspiración universal y constante al
bienestar, la libertad y la armonía que compartimos todos.
Pero tal naturaleza en los seres comunes está velada por una
noción instintiva dualista y egocéntrica, que nos hace sentir
seres separados y consecuentemente desarmonizados. Ello
provoca perturbaciones cognitivas y pasionales – básicamente
confusión, temor y ansia –, que a su vez desencadenan
conceptos, emociones y conductas reactivas e insanas que
nos atrapan en un estado de insatisfacción y sufrimiento,
apartados de nuestra naturaleza. Pero, al no ser consustan-
ciales a ella, podemos erradicar velos y perturbaciones y
desvelar nuestra verdadera naturaleza, lo que constituye la
principal meta de la práctica budista. Para lograrlo es necesario
desaprender el hábito de identificación con las perturbaciones
erróneas e insanas que nos esclavizan y re-conocer de manera
directa y experiencial nuestra verdadera esencia y condición
natural: un estado de consciencia primordial perfectamente
pura, clara y armonizada.

Con ese fin, el budismo tibetano, que se basa en el ideal
mahayana – la aspiración al Despertar para ayudar a todos
los seres a lograr su liberación –, cultiva una actitud altruista
universal, basada en la compasión –en sánscrito mahakaruna–,
que abre el corazón y reconcilia con la armonía; y el cultivo de
la sabiduría – sc. prajna –, que abre la mente, trasciende
conceptos egocéntricos y dualistas y nos reconcilia con la
realidad. Ambas se practican en seis perfeccionamientos
– sc. paramitas –: generosidad, ética, paciencia,
perseverancia, concentración y sabiduría.
La herramienta principal es la meditación y la contemplación,
que se basa en la práctica combinada de la concentración o
calma mental – sc. samatha –, que apacigua las perturba-
ciones, y del discernimiento penetrante o visión cabal
– sc. vipasyana – que trasciende la noción instintiva dualista
y egocéntrica. Todo ello, acompañado de métodos yógicos
tántricos que actúan sobre el sistema psico-energético,
permiten lograr finalmente el denominado Pleno Despertar
– sc. Bodhi –, o estado de Buda, en el que se desvela todo
el potencial de nuestra naturaleza en armonía y plenitud.

 

 

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