2.3
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DEBAT III : VALORS i ÈTICA

 

1849

RUSKIN John (1819-1900); Las siete lámparas de la arquitectura, ed. Stylos.

 

"El buen gusto es esencialmente una cualidad moral.

No es solo una parte y un aspecto característico de la moral;

es la moral misma."

 

 

1882

NIETZSCHE F.; La Gaya Ciencia.

341

El peso más pesado._ Suponiendo que un día, o una noche, un demonio

te siguiera en la más solitaria de tus soledades y te dijera:

<<Esta vida, tal como la has vivido y estás viviendo, la tendrás

que vivir otra vez, otras infinitas veces; y no habrá en ella nada nuevo,

sino que cada dolor y cada placer y cada pensamiento y suspiro y todo lo

indeciblemente pequeño y grande de tu vida te llegará de nuevo, y todo en

el mismo orden de sucesión e igualmente esta araña y este claro de luna por

entre los árboles, e igualmente este instante, y yo mismo. El eterno reloj

de arena de la existencia es dado vuelta una y otra vez - ¡y a la par suya tú,

polvito del polvo!>>

¿No te arrojarías al suelo rechinando los dientes y maldiciendo al demonio

que así te habló?

O has experimentado alguna vez un instante tremendo en que le contestarías:

<<¡eres un dios y jamás he oído decir nada tan divino!>>.

Si esa noción llegara a dominarte, te transformaría y tal vez te aplastaría

tal y como eres. ¡La pregunta ante todas las cosas: <<¿quieres esto otra vez

y aún infinitas veces?>> pesaría como peso más pesado sobre todos tus actos!

O ¿cómo necesitarías amarte a ti mismo y a la vida,

para no desear nada más que esta última y eterna confirmación

y ratificación? [p.250]

 

 

 

1900-10’s

SIMMEL Georg; El individuo y la libertad. Ensayos de crítica de la cultura, ed. península,

col. historia, ciencia, sociedad, Barcelona 1986.

 

1903 Las grandes urbes y la vida del espíritu

 

“ … el desarrollo de las culturas modernas se caracteriza por la predominancia de aquello que puede

denominarse el espíritu objetivo sobre el subjetivo; esto es, tanto en el lenguaje como en el derecho,

tanto en las técnicas de producción como en el arte, tanto en la ciencia como en los objetos del

entorno cotidiano, está materializada una suma de espíritu cuyo acrecentamiento diario sigue

el desarrollo espiritual del sujeto sólo muy incompletamente y a una distancia cada vez mayor.

Si, por ejemplo, abarcamos de una ojeada la enorme cultura que desde hace cientos de años se ha

materializado en cosas y conocimientos, en instituciones y en comodidades, y comparamos con esto

el progreso cultural de los individuos en el mismo tiempo …, se muestra entonces una alarmante

diferencia de crecimiento entre ambos, es más, en algunos puntos se muestra más bien un retroceso

de la cultura del individuo en relación a la espiritualidad, afectividad, idealismo.

Esta discrepancia es, en lo esencial, el resultado de la creciente división del trabajo; pues tal división

del trabajo requiere del individuo particular una realización cada vez más unilateral,

cuyo máximo crecimiento hace atrofiarse bastante a menudo su personalidad en su totalidad.

En cualquier caso,

frente a la proliferación de la cultura objetiva, el individuo ha crecido menos y menos.

(…) La atrofia de la cultura individual por la hipertrofia de la cultura objetiva es un motivo del furioso

odio que los predicadores del más extremo individualismo, Nietzsche el primero, dispensan a las

grandes ciudades; por lo que precisamente son amados tan apasionadamente en las grandes ciudades,

y justamente aparecen a los ojos de los urbanitas como los heraldos y salvadores de su insatisfecho

deseo.” p.259-60

 

 

 

 

1916 Transformaciones de las formas culturales.

 

“El esquema marxista del desarrollo económico: que las fuerzas económicas

generan en cada período histórico un modo de producción que les es adecuado,

pero que en el interior de este período crecen hacia proporciones que ya no se

acomodan a aquel modo, sino que lo hacen estallar y se crean uno nuevo,

este esquema vale más allá del ámbito económico.

Entre la vida que siempre sigue agitándose en oleadas, que se extiende como una energía

que salta a la vista, y las formas de su exteriorización histórica que se mantienen fijas en rígida

igualdad, existe inevitablemente un conflicto que llena toda la historia de la cultura, si bien,

naturalmente, permanece latente en ocasiones. (…).

Cuando hacia finales del siglo pasado se extendió el naturalismo artístico,

esto fue un signo de que las formas artísticas dominantes desde el clasicismo ya no podían dar

cabida en sí a la vida que pugnaba por exteriorizarse. (…)

Pero el naturalismo se encasquilló frente a las necesidades decisivas, del mismo modo como,

en efecto, también lo hace el expresionismo actual, que sustituye la imagen inmediata del objeto

por el proceso anímico y su exteriorización de igual modo inmediata. En la medida que se prodiga

la movilidad interna en una creación externa, …, sin consideración a su propia forma, ni a normas

objetivas válidas para ella, se cree alcanzar finalmente la expresión totalmente adecuada a la vida y

no falseada por ninguna forma externa a ella. Pero entonces la esencia de la vida interna parece ser el

hecho de que encuentre su expresión siempre sólo en formas que tienen en sí mismas una legalidad,

un sentido y una fijeza en un cierto desprendimiento y autonomía frente a la dinámica anímica que

las creó. La vida creadora produce constantemente algo que no es de nuevo vida, algo en lo que

de algún modo se precipita hacia la muerte, algo que le contrapone un título legal propio. La vida

no se puede expresar a no ser en formas que son y significan algo por sí, independientemente de

ella. Esta contradicción es la auténtica y continua tragedia de la cultura.

Lo que consigue el genio y las épocas afortunadas es que de la creación se torne,

por medio de la vida que fluye desde el interior, una forma felizmente armónica, que por lo menos

conserve durante un tiempo la vida en ella y no quede petrificada en ninguna autonomización,

por así decirlo, enemiga de la vida. En la mayoría de los casos, sin embargo, tal contradicción es

inevitable, y allí donde la exteriorización de la vida, para evitarla, se quiere ofrecer, por así decirlo,

en desnudez libre de forma, no resulta nada auténticamente comprensible, sino un decir inarticulado,

pero no un expresar. En lugar de lo ciertamente pleno de contradicción y lo endurecido de una forma

unitaria, se presenta, finalmente, sólo un caos de atomizados fragmentos de formas. En esta extrema

consecuencia de nuestra situación artística se ha internado el futurismo: un apasionado querer-expresar-

se de una vida que ya no encuentra acomodo en las formas tradicionales y que aún no ha encontrado

nuevas formas, y que, en esta medida, quiere encontrar su posibilidad pura en la negación de la forma

(-); una contradicción pretendida expresamente frente a la esencia de lo creativo con objeto de

escaparse de la otra contradicción sita en ella. Quizá en ningún otro lado como en algunas

manifestaciones de futurismo se muestre más fuertemente que las formas que la vida se ha

construido como vivienda se han vuelto una vez más cárcel para la vida.

Quizá no sea determinable qué es lo que sucede con la religión a este respecto,

puesto que lo decisivo no se efectúa aquí en fenómenos visibles, sino en la

interioridad del ánimo. En qué medida el cristianismo es todavía la forma en la

que la vida religiosa encuentra su expresión completamente suficiente,

debe por ello quedar por resolver. Sólo cabe constatar que hay algunos círculos

religiosos cuyas necesidades religiosas se apartan del cristianismo. (…)

Corresponde, por el contrario, a la situación cultural general el que también se rechace

con frecuencia toda conformación de esta vida, y que la mística supraconfesional

ejercite la atracción que predomine decisivamente en aquellos círculos. (…)

De forma análoga a aquellas manifestaciones futuristas …, esta mística absolutamente

sin forma caracteriza el momento histórico en el que una vida interna ya no puede

fusionarse con las formas de su configuración que ha tenido hasta la fecha y,

puesto que no está en condiciones de crear otra forma más adecuada,

piensa tener que existir sin formas en general.

En el marco del desarrollo filosófico esta crisis me parece más extendida de lo que, por lo general,

se admite. Los conceptos fundamentales y funciones metodológicas que, formadas desde el mundo

griego clásico, han sido empleadas sobre la materia del mundo para formar a partir de ella imágenes

filosóficas del mundo, han rendido, así lo creo, todo lo que podían alcanzar a este respeto. El impulso

filosófico del que eran expresión se ha desarrollado en ellas mismas hacia direcciones, movimientos,

necesidades, para las cuales ya no son adecuadas; si los signos no engañan,

todo el aparato filosófico comienza a ser una cáscara que está vacía de vida.

Esto me parece que es especialmente visible en un tipo de fenómeno.

Cada una de las grandes categorías histórico-filosóficas tiene ciertamente la tarea de reunir la

dispersión y la plenitud caótica de la existencia en una unidad absoluta; pero al mismo tiempo,

al lado de cada categoría aislada existe o surge otra que está con aquélla en una relación de exclusión

recíproca. De este modo, estos conceptos fundamentales se presentan de dos en dos, como una

alternativa exigida a la decisión, de tal forma que un fenómeno que se recusa para el primer concepto,

debe caer necesariamente bajo el otro: un sí o no que no permite ningún tercero.

Tales son las contraposiciones de finitud e infinitud del mundo, mecanicismo y teleología

del organismo, libertad y determinismo de la voluntad, fenómeno y cosa en sí, absoluto y relativo,

verdad y error, unidad y pluralidad, progreso del mundo y firmeza del mundo en el desarrollo

de la humanidad. Me parece que una gran parte de estas alternativas ya no da cabida a la decisión

incondicionada que incluyera necesariamente a cada contenido conceptual en la una o en la otra.

En esta lógica conceptual sentimos una estrechez tan inadecuada y, por otra parte, sus soluciones

proceden tan raramente de un tercero ya descubierto (más bien siguen existiendo como exigencia

y laguna sin llenar), que con esto se anuncia una profunda crisis filosófica que reúne los problemas

específicos en un tendencia general, si bien por de pronto caracterizable sólo negativamente.

Me referiré brevemente a algunos de estos problemas.

Sobre la determinación de la voluntad según libertad o necesidad pueden, ciertamente,

considerarse agotados todos los argumentos tanto a favor de una decisión como a favor de la otra,

sin que por ello estuviera la pregunta contestada. (…)

¿ No debería la voluntad poder desenvolverse de una forma que esté más allá de este <o…, o…>,

y para la que no tenemos, ciertamente, ninguna expresión teórica?

La gran solución kantiana aparece, en efecto, más como una posibilidad del pensamiento,

que como la expresión del auténtico comportamiento interno del que procede el problema en general.

(…) En el fondo, por medio de la duplicidad: Yo-fenoménico y Yo-en-sí, con la que debe ser

satisfecha cada una de las dos demandas, la pregunta es más rodeada que solucionada.

Pues la vida, que realmente no se encuentra expresada ni con la determinabilidad ni con la libertad,

es una vida unitaria que no puede solucionar sus problemas y conflictos, que le llegan en tanto

que unitaria. (…) … : la forma esencial de nuestra voluntad es algo tanto más allá

de la necesidad cuanto de la libertad, es un tercero que no se infiere de esta alternativa.

Igualmente insuficiente me parece la contraposición entre unidad y pluralidad allí donde intenta

explicar la esencia del organismo dotado de alma. El dualismo cuerpo y alma, para cuyas formas

tanto más groseras cuanto más refinadas éstas son siempre, finalmente, dos <<sustancias>>

esencialmente distintas, puede, en efecto, ser considerado como superado. (…)

Quizá pudiera decirse que es una vida con cuya palpitación se produce la existencia corporal

y la existencia anímica; pero que esta vida sea una unidad en sentido interno queda con ello

tan poco prejuzgado como que el concepto de un mundo decida sobre si el mundo debe ser pensado

de forma monista o pluralista. Realmente sólo hay dos últimas posibilidades de solución cuando dos

conceptos que se excluyen rígidamente el uno al otro reclaman la determinación de cualquier objeto.

La solución objetiva descubre en el objeto mismo una duplicidad de la existencia, de caras,

de significación, de modo que cada uno de los dos conceptos contrapuestos encuentra utilización

sin estorbo de ningún tipo. La solución subjetiva hace existir al objeto en la unidad más plena,

y explica los dos conceptos que lo pretenden como distintos puntos de vista desde los cuales puede

incluirlo la consideración. Ambos modos de proceder superan la competencia entre los conceptos,

pero, …, en algunos casos, más que solucionar realmente el problema se lo esquiva;

y a estos casos me parece que pertenece la pregunta de si el fenómeno anímico-corporal

representa una unidad o una dualidad.

(…) Desearía por ello creer que ni dualidad ni unidad expresan adecuadamente

su relación, que, pues, para esta relación todavía no poseemos ninguna formulación

conceptual. Y esto es tan digno de atención porque unidad y dualidad chocan

mutuamente desde un punto de vista lógico de tal modo que toda relación de

elementos debe necesariamente recaer sobre la una cuando la otra es negada por ella.

No obstante, también para nosotros esta alternativa es ahora frágil; por así decirlo,

ha prestado sus servicios y reclamamos para la esencia de la vida, en la medida

en que es al mismo tiempo corporal y anímica, una nueva forma de expresión,

pero de la que hasta el momento no podemos decir otra cosa que será un tercero

más allá de esta alternativa aparente y, hasta el momento, obligatoria.

De ninguna otra forma más agudamente que por la recusación de las alternativas conceptuales

hasta ahora lógicamente válidas y por la exigencia de un tercero no formulable, se torna claro que

nuestros medios de dominar los contenidos de la vida por medio de la expresión espiritual ya no son

suficiente, que aquello que deseamos expresar ya no penetra en ella, sino que la hace saltar en pedazos

y busca nuevas formas que por ahora sólo se anuncian como sospecha o inexplicada facticidad,

como demanda o tosco intento de ir tentando su presente oculto.” p. 133-138

 

 

1951

WATTS Alan

“... estoy encadenado al miedo mientras trate de librarme de él. (...)

... la mente no dividida es consciente de la experiencia como una unidad,

del mundo como sí mismo, y que toda la naturaleza de la mente y la conciencia

consiste en ser una misma cosa con lo que conoce, sugiere un estado que

normalmente recibiría el nombre de amor, pues el amor que se expresa a sí mismo

en la acción creativa es mucho más que una emoción. No es algo que nosotros podemos

<<sentir>> y <<conocer>>, recordar y definir. El amor es el principio organizativo

y unificador que hace al mundo un universo y de la masa desintegrada

una comunidad. (...)

Amamos, somos amor, y el único problema es la dirección del amor, ... .

Liberada del círculo del intento de amor propio, la mente del hombre atrae a todo

el universo hacia su propia unidad, como una sola gota de rocío parece contener

el cielo entero. Esto, más que cualquier simple emoción, es el poder y el principio

de la acción libre y la moralidad creativa.”

                                                      [La sabiduría de la inseguridad, p. 130-31]

El conflicto entre el bien y el mal es la enfermedad de la mente.”

Hsin-hsin Ming (en Esto es eso, pág. 78)

 

 

1970

KRISHNAMURTI; Más allá de la violencia, cap. 6 La violencia.

                 

Mientras el “mí” sobreviva en alguna forma, ya sea de manera sutil o brutal, tendrá que haber violencia.

 

La fuente de la violencia es el “yo”, el ego, el yo mismo, que se expresa de tantas maneras

diferentes – en la división, en tratar de llegar a ser o en ser alguien – con lo cual se divide

a sí mismo como el “mí” y el “no mí”, como lo inconsciente y lo consciente, el “mí”

que se identifica o no se identifica, bien sea con la familia o no con la familia,

con la comunidad o no con la comunidad, etc. (…)

Hemos construido una sociedad que es violenta, y nosotros, como seres humanos,

somos violentos; el ambiente, la cultura en que vivimos, es el resultado de nuestros

esfuerzos, de nuestra lucha, de nuestro sufrimiento, … .

Por lo tanto, la pregunta más importante es:

¿será posible terminar con esa tremenda violencia en nosotros mismos?

Ésa es realmente la cuestión.

(…)

La violencia es una forma de energía; es energía utilizada de tal manera que se convierte

en agresión. (…) ¿Cómo pensamos sobre la violencia? ¿Cómo observamos la violencia? … “ [p.76-78]

 

“Durante toda la existencia los seres humanos han sido violentos y son violentos.

Deseo averiguar, en mi calidad de ser humano, cómo trascender esta violencia.

Cómo ir más allá de ella. (…) Primero, no debo escapar de ella; … .

No puedo escapar del hecho de que soy violento, … . Tengo que darme cuenta

de que la mente no puede ser distraída del hecho de la violencia, ni buscando la causa,

ni en la explicación de la causa, ni nombrando el hecho de que soy violento, ni justificándola,

ni condenándola, o tratando de deshacerme de ella. Todas ésas son maneras de distraerse

del hecho de la violencia. La mente tiene que ver con absoluta claridad que no existe escape

que nos libre de ella; ni puede existir el ejercicio de la voluntad que dice: “La conquistaré”. La voluntad es la esencia misma de la violencia. (…)” [p.79]

 

“Dijimos: <La voluntad es en el fondo violencia>. Examinemos lo que es la voluntad:

“deseo hacer eso”, “no aceptaré eso”, “haré eso”, yo resisto, yo exijo, yo deseo,

las cuales son formas de resistencia. … y la resistencia es violencia.” [p.80]

 

“(…) ¿por qué estamos frustrados? … ¿qué es la realización? …

¿Existe tal cosa como la realización? ¿Qué es lo que se realiza?

¿Es el “mí”, el “mí” que es violento, el “mí” que está dividiendo, el “mí” que dice:

<soy más grande que tú>, que busca ambición, fama, notoriedad?

Como quiere alcanzar algo, se frustra cuando no puede conseguirlo;

y entonces se llena de amargura.

¿Ven ustedes que existe algo llamado el “mí” que desea expandirse y

que cuando no puede expandirse, se siente frustrado y, por lo tanto, amargado?

Esa amargura, ese deseo de expandirse es violencia.” [p.82]

 

“Vemos, pues, cuánta violencia hay en el mundo – proviene en parte, del miedo,

y en parte, del placer - . Existe un impulso tremendo hacia la excitación,

y estimulamos a la sociedad para que nos la supla. Entonces culpamos a la sociedad,

mientras que somos nosotros los responsables. Y nos preguntamos a nosotros mismos

si la espantosa energía de esa violencia puede ser utilizada en forma diferente.

Para ser violento se requiere energía: ¿puede esa energía ser transformada

o movida en otra dirección? Ahora bien, la misma comprensión y el ver la verdad de eso,

convierte esa energía en algo completamente distinto. ” [p. 83]

 

“¿Por qué desea usted creer en algo? (…)

…, ¿por qué desea usted un propósito para vivir? Viva.”       [p.86]

 

 

 

 

 

 

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dMM: Inercia

 Cualidad de inerte. w falto de energía o vivacidad. w falta de impulso para emprender algo.

(V.: inacción, apatía, pereza).

Hecho de que es estado mecánico (reposo o movimiento) de un cuerpo se mantiene

indefinidamente si no hay una causa externa que lo altere.

ƒ Se aplica con el mismo significado a estados o actitudes físicas o espirituales

de las personas: ‘No cambio de empleo por inercia’. (V.: costumbre, rutina.)

 

INERCIA

„ La tendencia de los cuerpos en reposo a permanecer en reposo,

o de los cuerpos en movimiento a seguir moviéndose en la misma dirección,

mientras no sean afectados por alguna fuerza exterior de si mismos.” (anónimo)